Crimen de Valencina

"Mi padre estaba muy débil y delgado, era como un pajarito"

Juan Antonio, Rocío y Francisco Benítez Arellano, los hijos de la víctima.

Juan Antonio, Rocío y Francisco Benítez Arellano, los hijos de la víctima. / Juan Carlos Vázquez

La hija del hombre asesinado en julio de 2020 en una casa de Valencina de la Concepción, a manos del joven al que su pareja tenía acogido en ese inmueble, ha lamentado ante el tribunal que juzga el caso que su padre estaba "muy débil y delgado" por la medicación que tomaba para superar su adicción a las drogas. "Era como un pajarito", ha dicho la testigo durante la tercera sesión del juicio con jurado popular que se está celebrando en la Audiencia de Sevilla, en contraposición al físico y la juventud del asesino confeso, José Alejandro P.N., casi cuarenta años más joven que la víctima, que medía 1,65 y pesaba 67 kilos, sin olvidar que era "bastante vulnerable" porque tenía una "intoxicación etílica aguda", según han recalcado los forenses.

"Desde hacía muchos años, mi padre no tenía una buena vida. Estaba tomando metadona porque estuvo años metido en la droga", ha admitido la hija del Pituli, apodo con que era conocida la víctima en el pueblo. Muy emocionada, la joven ha criticado la "relación manipulada" que su progenitor mantenía con Marta M.D., la otra enjuiciada por estos hechos, en su caso como presunta encubridora del crimen. "Esta señora incluso le hacía vídeos en Youtube en los que salía agrediéndolo. Mi padre iba a su casa cuando ella lo buscaba y lo llamaba", ha añadido.

Con lágrimas ya en los ojos, la testigo también ha lamentado que a su padre "lo mataron", "se ensañaron con él y no pudo defenderse". "Yo estoy en tratamiento psicológico y no puedo dormir. Y mis hermanos no van a declarar porque están muy afectados. Es una cruz que vamos a llevar de por vida. Lo mataron sin un porqué, porque (el acusado) veía luces o no sé qué", ha concluido.

Durante la tercera jornada de la vista oral también ha comparecido el guardia civil del puesto de San Juan de Aznalfarache que acudió al inmueble donde ocurrieron los hechos. Según su testimonio, Marta M.D. los recibió en el patio trasero, "visiblemente nerviosa", y les dijo "lo ha matado, lo ha matado". "Estaba con una fregona recogiendo todas las manchas de sangre que había en el suelo", ha recordado el agente.

Después apareció José Alejandro P.N., también "muy nervioso", y les gritó "he matado a uno y me da igual matar a diez", en referencia a que ya en ese momento había cuatro guardias civiles y dos policías locales en la escena. "Nos dijo que había oído voces que no sé qué y que no se había tomado sus pastillas. Saltaba a la vista que tenía un problema mental y que no estaba en sus cabales. Si había bebido, no se notaba. Su discurso era más de una persona con un problema mental que de un alcohólico", ha reconocido.

Los forenses que intervinieron en el levantamiento y la autopsia de la víctima, por su parte, han destacado que el cuadro de lesiones que presentaba el cuerpo era "brutal" y han ido mostrando en fotografías casi todas las heridas y los rastros del fallido intento de descuartizar el cadáver. La hija de Pituli, que ya había declarado, permanecía aún dentro de la sala.

El fallecimiento de la víctima se debió a "una pérdida masiva de sangre", en especial después de que una de las cuchilladas que le propinó el acusado seccionase la aorta. A partir de ahí, la muerte fue cuestión de "segundos". De las "más de cincuenta lesiones" que padeció Pituli, las más graves fueron precisamente las cardiacas. Una fue la de la aorta y otra "traspasó el corazón". El hombre, además, presentaba "pocas heridas defensivas", lo que incide en el carácter sorpresivo del ataque pero también en su vulnerabilidad. Según los forenses, su nivel de alcohol en la sangre era del 1,38. Y de metadona, 0,06, aunque este nivel era "bastante bajo".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios